Desviar la atención de los problemas importantes hacia cuestiones ruidosas y de poca monta es una táctica muy útil para sobrevivir en el mundo del trabajo. También en política.
Desviar la atención de los problemas importantes hacia cuestiones ruidosas y de poca monta es una táctica muy útil para sobrevivir en el mundo del trabajo. También en política.
¿Es aconsejable rendirse al egoísmo nacional de los países nórdicos en aras de una visión idealista de Europa? Francia y Alemania no lo tienen tan claro.
¿30.000 rusos caídos en la guerra de Ucrania? ¿Quién puede creerse algo así? La estimación más plausible, basada en estadísticas históricas y algo de Ciencia de Datos, estaría en torno a los 1.500.
El caso Pegasus tiene mucho de montaje mediático. Se alimenta de la histeria de masas y del desgaste de imagen y autoridad del gobierno de Sánchez.
Algunos de los nuevos missiles antitanque suministrados por EEUU a Ucrania, en grandes cantidades y sin ningún tipo de control, podrían llegar a poder de grupos terroristas, comprometiendo la seguridad del arma acorazada israelí.
El encuentro de Sánchez con Zelenski en Kiew no es solo postureo. También odedece al propósito de dar una impresión de operatividad del gobierno Ucraniano antes de unas posibles negociaciones de paz.
El levantamiento del cerco de Kiew y el repliegue de tropas rusas hacia el Donbass forman parte de una estrategia que pretende asentar las bases de una salida negociada al conflicto de Ucrania.
Intervencionismo económico, medidas del Covid-19, apagones informativos y censura en las redes sociales hacen que Occidente se parezca cada vez más a los regímenes autoritarios de Rusia y China.
En Ucrania las milicias extremistas han tomado el control. Esto puede complicar el final de la guerra y las negociaciones de paz.
La calidad de la información disponible sobre la Guerra de Ucrania es deplorable. La culpa no la tiene la guerra, sino la incompetencia de las élites.