La cuestión nacional ucraniana apenas tiene cabida en la guerra. Por una razón de peso: lo que está en juego son intereses geopolíticos, no folklóricos ni de identidad cultural.
¿Cuál es la Historia?
Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación
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La periodista Catherine Belton elabora en su libro «Los hombres de Putin» un relato basado en el testimonio de testigos de dudosa credibilidad.
Pese a lo que diga la prensa, el éxodo de jóvenes rusos para eludir el alistamiento es un fenómeno muy puntual. El bajo nivel de vida del país y los altos precios de los vuelos lo ponen muy difícil.
En una visión desapasionada de Volodimir Zelenski como hombre de estado, resulta inevitable admitir que su gestión comprende una larga serie de malas decisiones y errores catastróficos.
¿30.000 rusos caídos en la guerra de Ucrania? ¿Quién puede creerse algo así? La estimación más plausible, basada en estadísticas históricas y algo de Ciencia de Datos, estaría en torno a los 1.500.
El levantamiento del cerco de Kiew y el repliegue de tropas rusas hacia el Donbass forman parte de una estrategia que pretende asentar las bases de una salida negociada al conflicto de Ucrania.
El conflicto armado ruso-ucraniano se aproxima con rapidez a un escenario de agotamiento en el que solo son posibles tres desenlaces: capitulación, armisticio o negociaciones diplomáticas.
Los analistas occidentales yerran al suponer que los objetivos de Vladimir Putin no van más allá de una campaña militar convencional. En realidad es Rusia quien tiene las mejores cartas.
La guerra en Ucrania se ha convertido en un gigantesco reality show. Su principal cometido consiste en satisfacer ansias de entretenimiento y llenar vacíos existenciales.
Con la guerra híbrida, Rusia consigue superar las limitaciones de una debilidad económica que hasta la fecha le impedía competir con las grandes potencias militares occidentales. Ello le ha permitido lograr una rapidísima y sorprendente victoria en Ucrania.