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Putin en Alemania: leyenda y realidad

Putin en Alemania

En el último número del semanario liberal de izquierda alemán “Der Spiegel” (23/2023 del 2 de junio) publican un artículo sobre los años jóvenes del actual presidente de la Federación Rusa que resulta de lo más entretenido. Habréis oido hablar de Catherine Belton, corresponsal del Financial Times y autora de un libro titulado “Los hombres de Putin: cómo el KGB se apoderó de Rusia y se enfrentó a Occidente”. El artículo de Der Spiegel no arroja más luz sobre la época en que Vladimir Putin trabajó como agente de enlace con la Stasi de la RDA, pero sí sobre los dudosos métodos de documentación de la periodista británica. Los testigos en los que se basa su libro, a los que por ética profesional no puede delatar, han resultado ser estafadores, mitómanos y delincuentes comunes con ficha policial. A partir de aquí, júzguese la solvencia investigadora de una obra a la que The Economist calificó en términos de “el informe definitivo” sobre los entresijos del conflicto geopolítico más importante de nuestra era.

Alemania es como Bilbao. Allí se conoce todo el mundo. Basándose en detalles del relato pergeñado por Belton a partir de su “fuente” -supuestamente un ex-terrorista de la RAF (Fracción del Ejército Rojo)-, los expertos en lucha antiterrorista han sido capaces de adivinar la identidad de la persona en cuestión, un tal Dietmar C. Y lo que hay es digno de novela picaresca: de ivista de izquierdas, nada. Dietmar C. es un antiguo hippy condenado por robo de coches, estafa y otros cargos menores correspondientes a delitos cometidos durante las décadas de 1970 y 1980. Su nombre no aparece ni en las actas de la Stasi ni en los testimonios de antiguos terroristas de la RAF, ya sea en juicios o entrevistas facilitadas a medios de comunicación tras haber cumplido condena.

Según Catherin Belton y otros autores de relatos sensacionalistas -incluyendo el del mismísimo Otto de Habsburgo en una entrevista del 2004-, Putin actuó como una especie de villano de película de James Bond durante su período de servicio en Dresde: interrogatorios salvajes en la prisión de Höhenschönhausen, apoyo a comandos terroristas de la RAF, campañas de desestabilización en Occidente e incluso una supuesta implicación en el asesinato del banquero Alfred Herrhausen, en noviembre de 1989. Un crimen con bomba que jamás logró aclararse.

La realidad sobre Vladimir Putin en Alemania es muy distinta a la que se airea en medios y redes sociales. La falta de documentación -ni siquiera figura citado en las actas de la Stasi- invita a pensar en que o bien su actividad fue de una importancia tan decisiva para la política exterior soviética de aquel tiempo que los altos mandos decidieron borra toda constancia documental sobre la misma, o, más probablemente, que sus tareas se limitaron al ámbito puramente administrativo y burocrático: comunicados de rutina, formularios, cometidos protocolarios y poco más. La leyenda del “superagente Volodya” surgió a partir de su nombramiento como Primer Ministro de Rusia en 1999 y luego Presidente de la federación. Una leyenda alimentada por falsos recuerdos, historias mitómanas, mala praxis periodística -no solo de Catherine Belton sino de otros reporteros- y propaganda de la OTAN, convenientemente avalada y canalizada por medios del Establishment como el Financial Times y otros grandes periódicos europeos.

Por mucho que cambien las cosas, el negocio mediático sigue funcionando igual que en tiempos de William Randolph Hearst: a base de sensacionalismo y propaganda bélica. Incluso en las democracias maduras, el ciudadano de clase media no necesita conocer los hechos reales. Lo que aprecia es una buena historia que le entretenga durante el desayuno o en la pausa del café.

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