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2024 – ¿Otro año de la Inteligencia Artificial?

2024 - Otro año de la Inteligencia Artificial

2023 ha sido un año en el que un fenómeno de masas, más que la tecnología subyacente, marcó un cambio de era. Durante décadas, la Inteligencia Artificial ha estado creciendo en la sombra, en un entorno reducido y selecto de especialistas en programación y ciencia de datos. Sus avances apenas llamaban la atención del público. Y cuando lo hacían, no era con demsiado interés, sino más bien en términos despectivos y de escepticismo. Pero entonces, una chispa incendió a la opinión pública mundial. Sucedió en noviembre de 2022. Fue liberar el Chat GPT, un sencillo interfaz que cualquier persona sin conocimientos de informática podía manejar, y se desencadenó la oleada. Noticias en televisión, prensa y redes sociales, miles de artículos, sindicatos preocupados por el futuro laboral de sus trabajadores, profesores de instituto incapaces de controlar los deberes de sus alumnos, declaraciones públicas de políticos y líderes de la industria y, como guinda del pastel, la típica cruzada emprendida desde Bruselas con el objeto de regular y poner tasas a la última innovación en el campo de las tecnologías digitales. Un caos.

¿Qué hemos aprendido durante este año frenético del despegue de los LLM (Modelos Extensos de Lenguaje), Chat-GPT, Dall-E, Midjourney y otras innovaciones por el estilo? Tenemos todo un invernadero de videos de Youtube en el que jóvenes gurús explican cómo escribir contenidos con la IA, obtener imágenes surrealistas o hacer fusionados de Shakira con Mozart. Pero todo eso no nos lleva lejos. ¿A quién le interesan las extravagancias de unos cuantos adolescentes inmaduros, que solo intentan impresionar a la audiencia y obtener clics en las redes? Al ciudadano de a pie lo que le conviene es conocer lo que le resulta provechoso. En este mundillo de la Inteligencia Artificial, ¿quién puede separar el grano de la paja? ¿Hay algo que merezca la pena? ¿O todo es ruido, sensacionalismo y profecías milenaristas?

Tres cosas a tener en cuenta. En primer lugar, en la IA no hay nada mágico ni fuera del alcance de cualquier persona normal. Los principios de funcionamiento son extremadamente simples. En el fondo, se trata de programación, con lenguajes de dominio público y perfectamente aprendibles para quien se tome el tiempo y el interés suficientes. Con media docena de libros sobre Python, Ciencia de Datos y librerías de dominio público (Keras, tensorflow, etc.) y una tarjeta gráfica GeForce de NVidia, cualquiera puede hacer una red neuronal escribiendo menos de 200 líneas de código capaz de distinguir entre perros y gatos. Lo difícil es conseguir algo como GPT. El problema no está en lo misterioso de la tecnología, sino en la complejidad de la organización y en los recursos. Para llegar a algo como GPT-4, se necesita una enorme capacidad de cómputo, grandes repositorios de datos y 2.000 millones de dólares para invertir en servidores. Por esto la IA prospera en grandes mercados de productos, servicios y capital como Estados Unidos y en China y no en Europa, donde tenemos 27 mercados locales y lo único que se hace es regular y poner impuestos.

En segundo lugar, hemos de tener en cuenta que todas estas herramientas de IA, por el momento, no son más que productos experimentales. Todavía no sabemos cómo serán los sistemas de Inteligencia Artificial del futuro. Más que plataformas accesibles por Internet como el Chat, Midjourney o GitHub Pilot, es razonable pensar que la IA estará integrada en el software. O sea, que en vez de charlar con un bot, mientras escribes, MS-Word te corregirá faltas de ortografía al vuelo, te hará sugerencias y se encargará de los párrafos más formales y repetitivos. La impresora de tu PC resolverá sola cualquier problema de configuración y funcionamiento. Tu coche se conducirá solo. Photoshop corregirá los desenfoques y el movimiento con mayor eficacia que una Transformada de Fourier. Y otras pequeñas y grandes ventajas por el estilo. Llegará un momento en el que la IA dejará de estar visible -en forma de páginas web, chats y otras extravagancias por el estilo- y tú ni te fijarás en ella. Simplemente te beneficiarás de las comodidades que te aporta en el trabajo y la vida cotidiana. La tecnología volverá a estar en el ámbito anónimo e incomprensible de los especialistas que trabajan en ella.

Finalmente, por muy sorprendentes que nos parezcan las capacidades del Chat, en en el fondo no hay nada milagroso en él. La IA no piensa, carece de consciencia e intencionalidad y, aunque a veces parezca lo contrario, no tiene ni la menor idea de lo que hace. Un LLM no es más que un loro estadístico. A partir de tu consulta (“Prompt”), y sobre la base de todos los datos textuales con los que ha sido entrenado, lo único que hace es predecir la próxima palabra de su respuesta en un proceso de funcionamiento cíclico. El efecto es sorprendentemente similar al de una persona utilizando el lenguaje natural. Pero no pasa de ahí. El Chat GPT no es capaz de ir más allá de su propia biblioteca. No es más que una máquina de fabricar lenguaje. Conviene tener esto en cuenta antes de tomar cualquier decisión empresarial o profesional en relación con la IA.

Al margen de toda la diversión banal generada por la IA durante el año 2023, hay cosas interesantes que se pueden hacer con ella: mejorar grabaciones de música antiguas, supervisar textos y traducciones, corrección de fotografías y video, estudio de nuevas moléculas para la industria farmacéutica, mejoras en el diagnóstico médico basado en radiografías e imágenes TC, ayudar a los ingenieros a resolver problemas complejos en fábricas y edificios grandes, etc. Las oportunidades no están en los entresijos técnicos de la propia IA sino en el impacto social y económico de su implantación a lo largo de los próximos años. Pero para aprovecharte de esto, lo que necesitas no es aprender a manejar todas esas herramientas publicitadas por los gurús de Youtube. Mucho más útil te serán cosas que últimamente están bastante descuidades por los sistemas educativos: una buena formación, cultura general, uso competente del lenguaje, espíritu crítico, capacidad de atención y profesionalidad.

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