¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Ayuso y el Godzilla electoral

Ayuso y Feijóo

En toda la historia de la partitocracia surgida de la Transición nunca se había generado un momento de mayor voltaje electoral como el actual. Convocando las elecciones del 23-J, Sánchez irrumpe en escena como uno de esos monstruos de película que colapsan el tráfico en el puente de Brookyln, sembrando el caos, haciendo que la gente corra despavorida y se arroje al río. En un mundo sin superhéroes -como es el real- el monstruo lleva las de ganar. Y Sánchez lo sabe. Por eso tomó su decisión durante la misma noche electoral, en caliente y del modo impulsivo que le caracteriza. La convocatoria del 23-J es un ahora o nunca, un jugarse el todo por el todo, la creación de un escenario ventajoso para un Godzilla electoral. En otras palabras, el tipo de arena política en el que ese Godzilla que es Sánchez, puede rendir al 100% en medio de una barahúnda de politicastros intrigantes, periodistas histéricos y confusos electores.

Siendo caótico el panorama, lo sorprendente es la claridad con la que se muestran las alternativas para quien haya de enfrentarse a un rival tan formidable como Pedro Sánchez, que además maneja los resortes del poder y no tendrá ningún reparo en emplearlos para sus fines. ¿Podrá imponérsele Alberto Núñez Feijóo, un líder débil e incapaz de arrastrar a sus masas electorales (a excepción de unos cuantos corifeos que le deben lealtad), y con un pasado dudoso de veleidades socialdemócratas, concesiones al nacionalismo y pequeños tics autoritarios en su anterior feudo de Galicia? Las probabilidades no son tan altas como a muchos les gustaría creer.

La lógica del juego es sencilla: el 23-J Feijóo no logrará desalojar a Sánchez del poder, y aunque lo hiciera sería en unas condiciones de equilibrio electoral que harían difícil la formación de un gobierno estable -por no hablar de la solución de los gravísimos problemas económicos e institucionales del país-, inevitablemente se verá perjudicado todavía más el prestigio de un líder que debe su posición tan solo a las circunstancias que le permitieron actuar como mediador en el enfrentamiento entre Ayuso y Casado en febrero de 2022. Habiendo de asumir la responsabilidad de la derrota, el presidente del PP se vería obligado a presentar su renuncia. Y después de él, solo quedaría una figura con capacidad para ocupar el cargo. Que no hace falta ni decir quién es.

El único modo de derrotar a Sánchez el 13-J es poner a Isabel Díaz Ayuso en primera línea como candidata del PP a las próximas elecciones generales. Solo ella es capaz de articular una mayoría eficaz para conseguir una victoria clara. Dar este paso supone una asunción de riesgos y una jugada tan audaz como la del propio Sánchez al romper la baraja electoral. Pero de tener éxito, produciría el giro político más espectacular de nuestra historia reciente. Ayuso se ahorraría los dos años que, en el mejor de los casos, podría durar el proceso de desgaste de la autoridad y el prestigio de su incompetente jefe.

En realidad, este es el único modo que Feijóo tiene para salvar su reputación política: ceder el paso a una candidata más joven y talentosa mientras él conserva la presidencia del Partido Popular, llevándose parte del mérito de una rotunda victoria electoral que rompió la baraja a quien previamente había roto la baraja. Jamás ha habido, ni volverá a haber, un momento más indicado para ello. Tratándose de un ahora o nunca, el reto es válido tanto para el actual Presidente del Gobierno como para cualquier candidatura que le dispute el cargo.

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