¿Cuál es la Historia?

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Encuentro de Sánchez con Zelenski en Kiew

Zelenski y Sanchez

Hoy nos hemos despertado con esta sorpresa que en realidad no lo debería ser tanto. ¿Qué hace Pedro Sánchez a.k.a. Antonio en Kiew? ¿Se trata de mero postureo? ¿Quiere aprovechar el tirón mediático de Celensqui para darle un empujoncito a sus depauperadas encuestas de opinión? ¿O lo hace para generar respuestas adicionales que justifiquen lo gastado en su famoso «algoritmo» de Internet? Algo de todo ello hay, por aquello de piensa mal y acertarás. Sin embargo, nos quedaríamos cortos -y con una impresión del presidente más baja de lo que ya suele venir siendo en los últimos tiempos- si lo reducimos todo al beneficio oportunista y efímero del sacarse la foto. Al fin y al cabo, viajar hasta una zona de guerra implica riesgo. Cuando tales cosas se hacen, no solo es por la imagen. También hay razones de estado más importantes.

Los motivos del viaje de Sánchez a Ucrania tienen que ver con el caos resultante de la finalización de la etapa caliente del conflicto y sus últimos hechos de armas: levantamiento del cerco de Kiew, repliegue de las tropas rusas al Donbass y el asedio de los últimos focos de resistencia de la milicia paramilitar ucraniana en Mariupol. En estas circunstancias, y de cara a una fase de negociaciones diplomáticas y un posible acuerdo de paz, interesa hacer ver que el gobierno ucraniano sigue teniendo capacidad operativa de decisión. Y para ello los dignatarios de las potencias occidentales se turnan en una gira de viajes oficiales -primero Ursula von der Leyen, después Boris Johnson y ahora Pedro Sánchez-. Para dar apariencia de realidad a una ficción necesaria por lo que ahora mismo voy a explicar.

En realidad, el problema diplomático de Ucrania lo arreglarán los políticos de los principales jugadores geopolíticos: Rusia, Alemania, Francia y, posiblemente, también Estados Unidos y China por las repercusiones globales del problema. Pero por motivos de cortesía y respeto a las formalidades del derecho internacional, también es necesario que tenga un papel el país en cuyo territorio han tenido lugar las hostilidades. La realidad de Ucrania es mucho más prosaica y sórdida que la que nos pintan los medios y las redes sociales: la de un estado fallido. Lo era ya antes de la guerra. Ucrania comenzó a hundirse no bajo el embate de las armas rusas sino como resultado de la revolución del Majdan en 2014.

Para disimular este hecho evidente, y también con el objetivo de que alguna vez pueda volver a existir un gobierno eficaz en Kiew, es por lo que algunos políticos occidentales -no los de mayor capacidad decisoria, como se puede ver- van a ver a Celensqui. Otro de los propósitos de esta gira turística VIP es resaltar la figura de un presidente Ucraniano que, como resultado de la crisis bélica y la situación de anarquía en la que se encuentra su país, ha terminado por convertirse en un rehén de las facciones extremistas ucranianas. Todo ello nos anima a considerar en términos positivos la visita a Kiew de unos personajes tan irrelevantes como Boris Johnson o Pedro Sánchez. Que además, ni siquiera van por iniciativa propia, sino para complacer a Joe Biden. Pero a falta de algo mejor, se agradece la intención.

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