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Neutralidad de Ucrania y fin de la guerra

Ucrania

A mucha gente le sorprenderá saber que a Estados Unidos lo que más le interesaría es una victoria rusa en el conflicto de Ucrania. La conclusión parece contradictoria, y sin embargo encaja mejor en el orden de las cosas que la noción habitual fundada en la ideología y en la suposición de que existe una identidad de intereses esencial entre Washington y Bruselas. En realidad no es así. Antes de continuar, que conste que no me invento nada. Todo esto viene detallado en un libro que se titula “El tablero del mundo”, escrito hace un cuarto de siglo por el mayor especialista en temas geopolíticos de nuestra era, un norteamericano de origen polaco, miembro del Consejo de Seguridad Nacional en tiempos del presidente Carter y fundador de la famosa Comisión trilateral de los años 70, con nombre y apellidos de imposible pronunciación: Zbigniew Brzezinski. El statu quo de Estados Unidos como potencia global depende de la continuidad de una presencia norteamericana en TRES zonas clave del planeta: Europa Occidental, Oriente Medio y Extremo Oriente. Con estas tres posiciones se domina el continente euroasiático (el “Gran Tablero”, según Brzezinski), y con ello, la totalidad del planeta. Este dominio depende no solo de la presencia normteamericana en los puntos indicados, sino también de que las principales potencias euroasiáticas mantengan un cierto equilibrio entre ellas.

Ucrania es el pivote en torno al cual gira este entramado de relaciones geopolíticas. Si como resultado del presente conflicto cayera del lado de Moscú, el efecto más importante sería un fortalecimiento de Rusia, que gracias a esta adquisición territorial estratégica (45 millones de habitantes, salida al Mar Negro y un enclave privilegiado de paso para los gasoductos del Oriente Medio) automáticamente se convertiría en un estado imperial. Polonia pasaría a ocupar el lugar de Ucrania como pivote de Eurasia. Europa por el contrario se vería muy debilitada, y se incrementaría su dependencia política con respecto a Estados Unidos. En el este de Asia, una China amenazada por Rusia dejaría de representar una amenaza para los intereses de EEUU en el extremo Oriente. Todo ello se traduce en un solo efecto: el fortalecimiento de América como potencia mundial.

Por el contrario, si Ucrania vence, y como resultado de ello su destino queda unido a la Unión Europea y la OTAN, se formaría un formidable eje geopolítico compuesto por Francia, Alemania, Polonia y Ucrania -al cual se agregarían España y Portugal para unir los dos ejes marítimos del Atlántico y el Mediterráneo/Mar Negro. Con un poder económico y militar muy superior al de ninguna otra potencia mundial, el resultado sería la total independencia con respecto a EEUU y el destronamiento definitivo de Rusia como potencia imperial. Rusia se vería obligada a formar una alianza con China y eso supondría no solo el fin del poder norteamericano en Europa sino también en Asia (incluyendo un Oriente Medio sometido a una presión combinada de Moscú y Beijing en pos de su petróleo y sus yacimientos de gas natural).

Rusia quiere vencer, pero si no puede hacerlo (cosa más que probable), al menos se contentaría con una Ucrania neutral y la continuación del statu quo. Ucrania también desea una victoria, pero en las actuales circunstancias no le haría ascos a la neutralidad. A Estados Unidos le vendría bien la victoria rusa, pero aceptaría una Ucrania neutral, lo mismo que la UE en caso de que no pudiera ver satisfecha su ambición de incorporarla a su esfera económica y militar. Como este escenario de neutralidad ucraniana es la única opción capaz de satisfacer a todas las partes enfrentadas, resulta lógico pensar que será el desenlace más probable del conflicto: pura teoría de juegos.

De todo lo anterior se desprende que dicho escenario de neutralidad de Ucrania, en la modesta opinión de quien esto escribe, es por el que ha de apostar todo analista bien informado e inmune a las contaminaciones ideológicas y sentimentales de la propaganda de uno y otro lado.

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