¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Reinvención de este sitio web

Sitio de Bilbao - 1874

Coincidiendo con el comienzo del nuevo curso y la vuelta al trabajo (para los que aun lo tienen), me he animado a darle un giro al blog. La razón de ello está en la necesidad de hacer algo provechoso en el contexto de la realidad local y los problemas del presente. Desde mi ventana veo a la gente volviendo a sus paseos vespertinos con niños y patinetes, asomándose tímidamente a las tiendas, apoderándose de un sitio libre en las terrazas de los bares, en un esfuerzo denodado por recuperar la alegría de vivir y la normalidad de otros tiempos. No esa “nueva” normalidad de la que hablan políticos y periodistas a sueldo, sino la de antes, la de toda la vida. Es mucho lo que ha cambiado. La ciudadanía lo sabe y se siente inquieta por ello. Al mismo tiempo, se perciben conatos de cambio e indicios de que, nos guste o no, nos vemos abocados a adquirir hábitos nuevos y asumir la realidad posterior al Coronavirus.

40 por ciento de bares cerrados en Bilbao, mascarillas por doquier, grupos de negacionistas del Covid-19 formando en cuadro frente al Arriaga y alborotando a la ciudadanía a través de megáfonos con voces de activistas que por su acento parecen recién llegadas de Italia o la Argentina, una clase política que desde hace año y medio parece estar viviendo bajo tierra, el plasta de tu cuñado perorando sobre vacunas y todos esos chiquilicuatros con la camiseta roja del Bilbao Free Tour paseando grupos de turistas a cambio de una miserable propina. ¿A dónde se fue el Bilbao que conocíamos? Si te parece que aun no hay indicios suficientes de una crisis de identidad como nunca antes se había conocido, debes hacértelo mirar. Más vale que te vayas haciendo a la idea de que en este trocito de adoquinado con diseño bochero las cosas no volverán a ser lo que eran.

La temática de este blog seguirán siendo las historias. Pero preferentemente nos ocuparemos de las historias de Bilbao, pasadas, presentes y futuras: del esfuerzo que hace ese charcutero por mantener a flote su negocio trasladando su local a una calle más concurrida; de las nuevas exposiciones del Guggenheim, a base de cuadros con motivos tradicionales pintados por artistas vascos; de la campaña de algunos entusiastas por crear un Museo del Ferrocarril en Bilbao; de las nuevas conferencias y eventos programados por la Sociedad El Sitio, y de otros temas parecidos que pueden ser del interés de la ciudadanía.

A partir de ahora, pues, lo que toca es una sesión permanente de bilboterapia, con vistas a entretener al lector y fortalecer su autoestima con vista a las duras pruebas que, no nos engañemos, el porvenir tiene reservadas a esta Noble Villa de Bilbao.

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