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La incógnita Leopardo

Leopard 2

El Leopard 2 es una de las máquinas de guerra más potentes y sofisticadas que se haya construido jamás. En número suficiente y con un rápido despliegue, este carro blindado podría dar un vuelco a la actual situación bélica en Ucrania. O al menos eso es lo que opinan los expertos. En tales condiciones -cantidad y prontitud- están los principales factores de incertidumbre. ¿Serán estos carros entregados por los países occidentales suficientes para articular una ofensiva eficaz? ¿Cuánto tardará en realizarse el despliegue? Se habla de meses para poner a punto los tanques, entrenar a las tripulaciones ucranianas, etc. Aparte de las incertidumbres logísticas, existen otros imponderables vinculados a las características intrínsecas del producto base y su mismo diseño. El Leopard 2 fue creado durante los años 60/70 para resistir la embestida directa de las divisiones acorazadas soviéticas en la Guerra Fría. Su misión, una vez comenzada la Tercera Guerra Mundial, consistía en contener el avance de las tropas dentro de una franja de territorio de 50 kilómetros de profundidad más allá de la frontera de la Alemania Oriental, en terreno controlado y con líneas de suministro cortas. Nadie sabe qué resultado puede dar el Leopard 2 en un entorno geopolítico tan distinto como el ucraniano de nuestros días, en las inabarcables planicies de Europa Oriental, a lo largo de un frente de más de 1.000 kilómetros con una pésima infraestructura de transporte, suelos embarrados y usado principalmente como arma de ataque y no de defensa.

Hasta la fecha el Leopard 2 ha sido utilizado en condiciones reales de guerra tan solo en TRES ocasiones: Dinamarca y Canadá con sus contingentes de la ISAF en Afganistán, y Turquía contra los rebeldes sirios. Los dos primeros casos no son concluyentes -el adversario no era más que un grupo de talibanes armados con Kalaschnikows y vetustos lanzagranadas RPG-7 de fabricación soviética-. En el tercero, el historial no fue lo que se diga satisfactorio. Las milicias sirias disponían de artillería antitanque. Consta que lograron destruir al menos ocho tanques disparando contra los puntos vulnerables del Leopard 2: laterales y parte trasera de la torreta, donde van alojadas las municiones. En un carro que se diseñó con el propósito fundamental de plantar cara a los blindados soviéticos, no se consideró necesario extender el formidable blindaje frontal Burlington de 800 milímetros a los cuatro costados del tanque.

En Ucrania, el Leopard 2 tendrá que combatir no a milicias irregulares, sino a efectivos militares de una nación industrializada equipados con todos los dispositivos imaginables de la guerra moderna (lanzagranadas, minas de alta potencia, cuerpos de zapadores, drones). Perdámonos en esta cuestión haciendo las especulaciones que se nos ocurran. El precedente de los T-72 (tanto rusos como ucranianos) y la facilidad con que fueron neutralizados con cohetes anticarro baratos invita sin embargo a pensar en la posibilidad de que tal vez el tanque haya quedado obsoleto como medio de guerra. Al final, es posible que todas estas wagnerianas expectativas depositadas en la entrega de tanques pesados a Ucrania por parte de la OTAN terminen disipándose en el aire sin ningún resultado práctico.

En tal caso, la entrega de los polémicos Leopard 2 a un estado fallido como Ucrania, una nación agotada por once meses de contienda, que ha perdido ya más de cien mil hombres en el campo de batalla, no tendría otro efecto que el puramente propagandístico y político: hacer un último gesto de cara a la historia como paso previo a la apertura de negociaciones. Convencer al mundo de que, si Zelenski no consiguió ganar la guerra, no fue precisamente por falta de tanques. Aunque estos le hubieran llegado in extremis y con cuentagotas. En otras palabras: un equivalente a la espectacular, ineficaz y caótica campaña de las vacunas durante la pandemia del Covid-19.

Imagen: propiedad intelectual de Juguetes Revell.

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