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El armisticio podría ser inminente en Ucrania

Ucrania

Hace pocas semanas, durante la presentación del último libro del coronel Baños en Bilbao, el inefable Geoestratego dijo al auditorio que en sus tiempos de misión de paz en los Balcanes, todo anuncio de tregua daba lugar a un recrudecimiento de los combates. Esto, que parece de lo más contraintuitivo, se explica por la necesidad de conquistar la mayor cantidad de terreno posible antes de para disponer de mejores bazas de negociación. Leyendo entre líneas a través del sensacionalismo de los medios, se tiene hoy la misma impresión cuando se habla, por ejemplo, de la ofensiva rusa, el debate acerca de los tanques pesados u otras bravuconadas similares de uno u otro bando. De manera que existen motivos fundados para creer en la proximidad de un alto el fuego en Ucrania. Medida que, por otra parte, se habría tomado al comienzo de la guerra si Estados Unidos y la OTAN no hubieran prohibido a Zelenski aceptar las condiciones rusas relativas a la neutralidad de Ucrania y su distanciamiento definitivo de la Alianza Atlántica.

Más tarde, a finales del año pasado, la paz volvió a ser imposible porque aunque las potencias occidentales la deseaban, el régimen de Kiew decidió persistir en la lucha. La guerra genera sus propias dinámicas perversas que excluyen la solución diplomática. Y en tal sentido el conflicto de Ucrania no es diferente a otros del pasado que se dilataron en el tiempo hasta el agotamiento, simplemente porque hombres de estado y negociadores profesionales no veían modo alguno de pararlos.

Tarde o temprano, sin embargo, el armisticio llega por agotamiento. Ucrania ha visto extensas zonas de su territorio devastadas por ocho años de guerra civil en el Donbass y la invasión rusa. Las potencias occidentales también están cansadas de suministrar armas. La división interna -sobre todo en Europa- es otro importante factor a considerar, por el descontento popular que genera. Por ahí oiréis decir a los guerreros de sofá que el 60, 70 u 80 por ciento de la ciudadanía europea apoya los suministros de armas. Pero eso no es más que una burda mentira propalada por los medios al servicio de los respectivos gobiernos. Simplemente, se inventan las encuestas, como hace Tezanos con su basura estadística del CIS.

La realidad pinta otro cuadro. En Alemania es cierto que las élites (CDU-CSU, Verdes, Liberales) están a favor de que se intensifique el flujo de ayudas militares al régimen de Kiew, incluso de cruzar ese Rubicón que supone el envío de los codiciados y peligrosísimos tanques Leopard II. Pero la gran masa del pueblo reacciona con hastío ante la tanta inepcia de los políticos, se muestra escéptica y, en ocasiones, incluso abiertamente prorrusa. Y sobre este caldo de cultivo la Afd y la extrema derecha hacen su agosto en pleno mes de enero. ¿Cuánto se puede seguir tensando la cuerda, en medio de la crisis económica, el paro y los altos costes de la energía? Nadie lo sabe. Pero probablemente no mucho más de lo que ya se ha hecho hasta el momento.

Finalmente, los desacuerdos entre Estados Unidos y la Unión Europea por la política de la Reserva Federal y los programas neokeynesianos de Biden, tampoco son el mejor estímulo para el sostenimiento de un frente común. La brecha se ha hecho visible durante el último encuentro de Davos. El sentido comun nos dice que solo un cambio de fase a un escenario de relativa estabilidad puede disipar las tensiones acumuladas durante los últimos meses en el escenario global.

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