¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Claves de la retirada rusa de Jersón

Jerson - Dnieper

Este es un tema que ha pasado relativamente despercibido en los medios. Sin embargo, tiene una gran importancia en términos tanto políticos como estratégicos. En este breve post intentaré ofrecer algunas claves importantes de por qué esto es así. Para empezar, el hecho debería leerse en clave positiva y esperanzadora con vistas a un próximo final del conflicto. El abandono de un punto clave como la ciudad de Jerson significa que Rusia renuncia a extender la guerra por el sur de Ucrania y la costa del Mar negro en dirección a Odessa y la Transnistria. Esto abre nuevas vías para un desescalamiento del conflicto y la posibilidad de soluciones negociadas. Que es lo que debería haberse propiciado desde el principio, sobre todo desde las potencias occidentales y la Unión Europea, en vez de fomentar una guerra de varios meses de duración en la que han muerto miles de personas y todo un país ha sido devastado.

La decisión de evacuar Jerson se puede explicar en términos de pura estrategia, y da idea de la profesionalidad del mando ruso y el realismo político del Kremlin. En otros conflictos de la historia reciente, como la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, etc., la obsesión de ciertos líderes por no ceder un solo metro de terreno ocupado condujo a batallas sangrientas por enclaves de nulo valor estratégico, con enormes pérdidas de material y humanas que podrían haberse evitado. De eso se trata precisamente en Jerson. La ciudad se encuentra situada al otro lado del río Dniéper -desde la perspectiva rusa-. Su posición habría sido indefendible en caso de que Ucrania hubiera desencadenado una ofensiva como la de septiembre en Jarkov.

La retirada de las tropas rusas permite acortar el frente al tiempo que se aprovecha el río como frontera natural de muy fácil defensa. El principal inconveniente es que las baterías ucranianas de misiles de corto de alcance quedan a menor distancia de Crimea, lo cual facilita los bombardeos. Este es un pasivo menor, comparado con las ventajas conseguidas por el ejército ruso.

Mediante la retirada de Jerson, Rusia consigue otra ventaja, mucho más sutil, de carácter político. Las ofensivas ucranianas, con sus estrepitosos éxitos amplificados por los medios de comunicación y la propaganda, tienen el propósito de persuadir a Occidente para que incremente sus envíos de armas. Arruinando el show mediático de un ataque en masa como el de Jarkov de septiembre, el Kremlin consigue eclipsar la política de comunicación de Celensqui, basada en la explotación publicitaria de un mito heróico que solo existe en la imaginación de los consumidores de noticias occidentales. Esto también forma parte de la estrategia de una guerra híbrida de estilo moderno, en la cual la propaganda, las redes sociales, drones asesinos, acciones de falsa bandera y bulos a mansalva forman parte del arsenal utilizado por ambos bandos.

De este modo, imponiendo una narrativa propia, Rusia se anticipa a los despliegues propagandísticos del gobierno de Kiev y sus aliados occidentales. Así lo hizo con la advertencia sobre la “bomba sucia” de Ucrania (para desvirtuar la rayada masiva sobre el hipotético uso de armas atómicas). Y así lo hace ahora, sorprendiendo al mundo con el desalojo voluntario e incruento de una ciudad a orillas del río, para que no se diga que fue reconquistada por las armas ucranianas.

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