¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Irene la intocable

Irene Montero en Nueva York

En un improvisado y banal conato de emular a las protagonistas de la serie “Sexo en Nueva York”, un selfie hecho por cuatro jóvenes promesas de la política progresista española incendia las redes, desencadenando un tsunami de críticas y reproches. Por supuesto el momento y las circunstancias no podían ser más propicios: inflación, precios de la gasolina desbocados, tensiones en el gobierno, la condición de imputada penal de una de las protagonistas (Isa Serra), un profundo deterioro en la imagen pública de Pedro Sánchez y el uso irresponsablemente venal y ofensivo de medios públicos -el Falcon- para usos privados, porque yo lo valgo. ¿Cómo se ha llegado a una pérdida de papeles tan flagrante por parte de un gobierno de izquierdas? ¿Qué trae esto de cara al futuro? Tratemos de hacer algunas especulaciones prudentes y fundadas en hechos.

Es un secreto a voces que el matrimonio Iglesias-Montero solo existe ya de iure. Pese a ello, la vicepresidencial constituye una de las asociaciones políticas más carismáticas y extrañamente invulnerables en la historia de la democracia. ¿Recuerdan aquella durísima intervención de Cayetana Alvarez de Toledo en el Congreso de los Diputados, hace años? Seguro que no han podido olvidar la forma en que llamó terrorista al padre de Pablo Iglesias, ni la expresión de cólera contenida, captada por las cámaras del Hemiciclo, con la que el entonces Vicepresidente del Gobierno seguía el discurso de su interlocutora. Nada más bajarse del estrado, Cayetana era relegada fulminantemente por el Secretario General del PP.

Se asume que Pablo Casado quiso librarse de una rival que le hacía sombra. Entre bastidores, fijo que tuvo que haber presiones que hicieron su efecto sobre el ánimo de un líder de la oposición que aspiraba a heredar a Sánchez. Si quieres ocupar el chalet, no tires piedras al tejado. Pero es que la cosa no queda ahí: ¿Qué me dicen de las demandas por injurias que en su día Irene Montero puso contra Fray Josepho y otros opinadores que compusieron versos y artículos satíricos contra la Ministra de Igualdad, y en las que contra todo pronóstico la justicia dio la razón a la demandante, burlándose de la libertad de prensa? ¿O del terror, alimentado por un invisible ejército de agitadores en red, que propios y extraños sienten ante la posibilidad de esbozar la más mínima crítica contra la extraña pareja?

Desde que está en Moncloa, Pedro Sánchez ha llevado a cabo varias remodelaciones del gobierno. Con cierta regularidad recicla a ministros quemados o mediáticamente contraproducentes como Pedro Duque, Manuel Castells o José Luis Abalos. Sin embargo, en ningún momento se contempló la salida de Irene Montero. ¿De dónde viene esta extraña resiliencia de una Ministra de Igualdad que no solo no aporta nada al gobierno de Sánchez, sino que además consume una dotación presupuestaria formidable -20.000 millones de euros- y provoca una aversión cada vez mayor entre la opinión pública?

La única explicación posible es que, sencillamente, Pedro Sánchez no puede librarse de ella. Irene Montero, por su convivencia marital con Pablo Iglesias, sabe demasiadas cosas. No solo acerca de los entresijos y cambalaches que llevaron a la formación del actual gobierno socialcomunista. También de los tiempos de la Tuerka y del 15-M, sobre la financiación de Podemos con dinero venezolano e iraní, el chalet de Galapagar y otros temas delicados. Por todo esto es intocable: una inquilina incómoda, a la que el Presidente del Gobierno tiene aislada en un ministerio de título tan pretencioso como irrelevante son sus funciones, y que no se bajará del avión presidencial hasta el último día de la legislatura.

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