¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Indra – Tiburones al servicio del Estado

Indra

Ultimamente habrás oido hablar de Indra en los medios. La información de que dispones es confusa, y no te aclaras entre tanta historia rarilla que se cruza y parece formar parte de una ensalada impenetrable: consejeros independientes que dimiten, desplomes en la bolsa, un misterioso potentado norteamericano de origen armenio, metiendo baza con su fondo de inversión y, para colmo, intereses económicos vascos de la familia Aperribay, vinculada a la industria armamentística y a la Real Sociedad. ¿Cómo se traga todo esto? ¿Cuáles son los entresijos de la intriga? ¿Quién tira de los hilos? Te voy a dar algunas claves que van al grano y te permitirán entender el trasfondo de este turbio asunto sin tener que pasarte horas enfrascado en la sección de titulares de la prensa salmón.

Es un hecho evidente que el gobierno de España está detrás de la crisis de Indra. Por ello no deberás creerte nada de lo que digan los portavoces de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, ya sabes, eso de que están muy indignados, que van a revisar el tema con lupa, etcétera. Puesto que la CMNV es un organismo del Estado, y cada vez destaca menos por las loables cualidades de independencia y objetividad que tuvo antes de que las crisis de los últimos 15 años enrareciesen el panorama financiero, todo lo que venga de allí serán no serán más que gestos de cara a la galería y lágrimas de cocodrilo.

Los objetivos del Estado tienen que ver con la necesidad de conseguir un mayor control sobre la industria militar española en una época en la que la crisis de Ucrania y la desglobalización hacen inevitable un incremento en los gastos de defensa de todos los países europeos. Naturalmente, todos los gobiernos tienen derecho a mirar por su seguridad y organizar su sector de defensa del modo que resulte más adecuado para los intereses nacionales y el cumplimiento de compromisos comunitarios. Pero para hacer una cosa como esta existen maneras adecuadas y otras que no lo son tanto. La crisis de Indra es un ejemplo del segundo caso.

Crear una alianza de tiburones financieros (SEPI, Oughurlian; Sapa Placencia) para llevar a cabo un asalto del poder público a empresas clave del sector de la defensa como Indra o la vasca ITP no es el mejor procedimiento para asegurar la reputación de los directivos ni de la clase política que los respalda. Habría sido mucho más conveniente solucionar el problema de Indra sin tanto ruido ni derramamiento de sangre en los Consejos. Por ejemplo mediante acuerdos de largo plazo, un contacto más cualificado entre el gobierno y los intereses empresariales, y las modificaciones legislativas que hicieran falta.

La urgencia chapucera y avasalladora del Gobierno de España, que obliga a saltar por la borda a consejeros independientes y de un día para otro, sin la menor contemplación, hace perder al pequeño inversor hasta un 15% del valor de sus acciones en Indra, es un síntoma más del desgaste del ejecutivo socialbolivariano del presidente Sánchez. Pero sus efectos negativos no se quedan ahí. El caso Indra transmite a la escena financiera internacional una pésima imagen de España en cuanto a cumplimiento de estándares de gobierno corporativo. Esto penaliza la inversión exterior en un contexto de crisis, bajo crecimiento económico y dificultades de adaptación a la era post-covid.

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