¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Quien vence y quien pierde en Ucrania

Moskva

Normalmente asociamos la propaganda y la desinformación a los regímenes autoritarios. En este caso, sin embargo, la maraña de mitos, mentiras y montajes urdida por los medios de nuestras propias democracias occidentales es tan impenetrable que podemos considerar poco menos que misión imposible la labor de informarse de un modo mínimamente competente sobre los hechos reales de la guerra en Ucrania. Según la narrativa de unos periódicos y unas cadenas de televisión que hasta la fecha estaban consideradas como un modelo de objetividad periodística, la gesta de los heroicos combatientes ucranianos continúa en su apogeo, avanzando de victoria en victoria… hasta la derrota final. Porque la realidad es esa y no otra. Todos los mitos propagandísticos se construyen a base de tomar por idiota al consumidor de noticias, exagerando, sacando fuera de contexto y dando visibilidad con tintes sensacionalistas y sentimentales a unos pocos elementos inconexos y llamativos.

El efecto “jack-in-the-box”, que hace saltar por los aires las torretas de los tanques rusos como cajas sorpresa, no es más que un defecto de diseño en la fabricación de un modelo de carro blindado, el T-72. El Obús británico M777, un cañón como otro cualquiera: eficaz en la defensa, pero poco práctico para el ataque. Si, es verdad que un barco fue alcanzado por un misil, pero la guerra se desenvuelve en tierra firme. Las victorias logradas por el ejército ucraniano consisten en gran parte en una serie de movimientos tácticos realizados sobre zonas de las que el ejército ruso se repliega para ocupar otras de auténtica relevancia estratégica en el sur y el este de Ucrania.

La rendición de los paramilitares ucranianos en Azovstal es el jarro de agua fría bajo el cual han comenzado a bajársele las hormonas al castillo de naipes de la propaganda occidental. En la guerra lo que cuenta no son los objetivos simbólicos -como la toma de Kiew- sino aquellos que tienen un significado estratégico y práctico -Mariupol, Crimea, etc.-. Y también otros factores que siguen ahí y son los que van a determinar el desenlace del conflicto. En la mejor de las opciones, en forma de un escenario de paz negociada y neutralidad de Ucrania. Pero en ningún caso en perjuicio de Rusia.

¿Más dosis de realidad para el combatiente de sofá norteamericano o español, armado con su lata de coca cola Zero y su cuenta de Twitter? Podría parecer que casi todo el mundo apoya a Ucrania, pero lo cierto es que son muy pocos los países que le hacen la ola a Estados Unidos y la OTAN: Reino Unido, Canadá, Australia, España, Polonia, las Repúblicas Bálticas, Suecia, Finlandia y para de contar. Francia y Alemania, que podrían ejercer cierta influencia, mantienen una postura ambiguamente cautelosa. El resto de las naciones importantes, como China, India, Israel, no colaboran en absoluto, sino que prefieren mirar hacia otro lado o hasta manifestar abiertamente sus burlas, como le gusta hacer a una Latinoamérica escéptica y siempre recelosa de las pretensiones hegemónicas de Washington.

¿Queréis saber cuál es la prueba incontestable de que Rusia lleva las de ganar? No tenéis más que mirar lo que hace el rublo. Si el panorama para el Kremlin fuese tan negro como lo pintan la CNN y las redes sociales, la divisa rusa estaría ahora por los suelos. Pero no solo mantiene su valor, sino que inclusa remonta ligeramente sobre el dólar -una moneda cuya cotización sube a causa de las nuevas políticas restrictivas de la FED-. Esto quiere decir que los titulares de activos, inversiones y compromisos notados en rublos tienen confianza en la capacidad de Moscú para hacerles frente, tanto ahora como en la etapa posterior al conflicto de Ucrania. No hay mejor termómetro de la realidad que este.

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