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El DAESH prepara su propio virus contra Europa

DAESH

Hace poco más de un año un artículo publicado en La Razón (“ISIS prepara su propio virus contra Europa”) generaba alarma entre las fuerzas de orden público y los servicios de inteligencia de todo el mundo. El DAESH, frente terrorista del islamismo radical, anda ocupado pergeñando un relato milenarista sobre la pandemia del Coronavirus, interpretándola en clave de plaga enviada por Allah para dar un respiro a sus fieles en una hora difícil de la yihad. Aprovechando la complicada situación de numerosos países occidentales, con sus medidas de emergencia, estados de sitio, un colapso económico general y la previsible reducción del gasto militar y la ayuda al exterior, el DAESH ve llegada la ocasión de ponerse en movimiento. La proclama de los clérigos islámicos radicales no ha tardado en hacerse insignia de un nuevo desafío geopolítico en la siniestra epopeya del alzamiento de los pueblos musulmanes contra Estados Unidos y sus aliados occidentales. No cabe duda de que la versión actualizada de este relato incluirá un capítulo entusiasta sobre la reciente toma de Kabul por los talibanes.

¿Es creíble la amenaza? Pensémoslo con cautela. Clave esencial de la potencia ofensiva de cualquier modalidad de terrorismo -islámico radical o de cualquier otro signo- reside en los propios puntos flacos de la sociedad occidental. Ahora que no hay concentraciones multitudinarias, ni aviones en vuelo, se controlan los accesos hasta en la última puerta trasera y la policía patrulla las calles día y noche, ¿dónde podrían los criminales del DAESH golpear con un buen atentado? Como primera opción, y siguiendo el ejemplo de los talibanes afganos, pueden dirigir su esfuerzo guerrero a la reconquista de sus antiguos bastiones en Siria o Irak. Planificar una ofensiva eficaz supone tiempo y unos recursos de los cuales no disponen. Por no mencionar que las tropas de la Coalición nunca se fueron: continúan estando allí, bien provistas de vacunas y munición.

Considerándolo desde el punto de vista material son escasas las posibilidades del DAESH. Pero no es ahí donde se encuentra el mayor peligro de este nuevo reto del islamismo radical. La retórica, aun siendo tan burda como la que emplean los clérigos musulmanes, se convierte en un arma poderosa en tiempos de abatimiento moral y shock colectivo como los que en estos momentos atraviesa Europa. Harto angustiada se pasa la ciudadanía estos tiempos de hospitales saturados y paro masivo. La proclama de una nueva yihad por parte de individuos sin escrúpulos capaces de prostituir niñas y mostrar decapitaciones de prisioneros por Youtube supone un elevado coste en términos políticos y de cohesión social.

Del mismo modo que al DAESH le resulta barato desafiar a Occidente con sus bravatas, debería ser fácil para nosotros responder a la provocación de un modo eficaz. Los gobiernos, aunque atareados con la gestión de la crisis del Covid-19, aun disponen de infraestructura técnica e ingentes recursos para hacer frente a cualquier situación de amenaza global. Urge contraatacar con una ofensiva cívica que desaloje de los titulares de prensa las provocaciones del islamismo radical. Fue un patógeno el que obligó a los gobiernos a asumir competencias amplias, incluso desproporcionadas, en materia de seguridad interior. Responsables políticos y funcionarios con capacidad ejecutiva no solo tienen la ocasión de responder al islamismo radical. También el deber de hacerlo.

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