Bilbao va a menos. Triste decirlo así, de un modo tan seco y con tan pocas palabras. No nos gusta oirlo, pero es la verdad y tarde o temprano nos veremos obligados a hacerle frente.
Bilbao va a menos. Triste decirlo así, de un modo tan seco y con tan pocas palabras. No nos gusta oirlo, pero es la verdad y tarde o temprano nos veremos obligados a hacerle frente.
La historia empezó hace años, cuando algunos usuarios de Facebook empezaron a sacar con sus móviles y publicar imágenes de unos tickets de los que al principio no se podía decir si eran auténticos o burdas manipulaciones en Photoshop.
Estoy leyendo el libro de Chelo Morillo “Marca Barcelona. Creación de una identidad” (Editorial Profit, 2018) y debo reconocer que pocas obras sobre el complejo tema de las marcas e identidades urbanas me han impresionado tanto.
Era inevitable: aquellos históricos y venerados puntos de encuentro para socializar, hacer tertulia y codearse con el resto de la ciudadanía, están en declive.
Esta no es solo la impresión que tenemos cuando paseamos por la Plaza Nueva o la calle Diputación un jueves por la tarde.