El otro día tuve el privilegio de contemplar algo hasta la fecha nunca visto en Bilbao: una manifestación de hosteleros.
El otro día tuve el privilegio de contemplar algo hasta la fecha nunca visto en Bilbao: una manifestación de hosteleros.
Tanto la curva de nuevos infectados -de acuerdo con los PCR y las pruebas rápidas- como la de fallecidos acusan el trazo característico en todos los casos históricos de pandemia.
Suecia ha sido noticia en los últimos días, por hacer lo contrario que la práctica totalidad de los restantes países en la gestión de la crisis del #coronavirus:
El procedimiento de elaboración de una mascarilla del tipo FPP2, capaz de bloquear el paso de patógenos como el Covid-19, está basado en una tecnología denominada «Meltblown»,
En pleno proceso de retorno a eso que llaman «Nueva Normalidad», donde jamás estuvimos y quizá no lleguemos a estar, la ciudadanía se hace a la expectativa de que poco a poco vayan levantándose restricciones y no lo contrario.
Se ha querido arreglar por medios «políticos» un problema sanitario. El resultado ha sido el caos.
Ahora que estamos en plena etapa de desescalada del #Coronavirus, conviene reflexionar sobre los errores cometidos durante la lucha contra la pandemia, y que han hecho que la gestión de la misma, por su carácter esencialmente político, haya sido un desastre total.
Obviamente porque alguien no hace las cosas bien. No hay más que examinar algunos casos de éxito y hacer un análisis comparativo.
Todos nos acordamos de esas publicaciones del Ministerio de Sanidad que recibieron likes de gran número de perfiles falsos como Reagan Strayham, Spiter Candelario, Summer Kerkliet o Francesca Regusters.
Entender el drama de un trabajador por cuenta propia como consecuencia del #Coronavirus es tan fácil como sumar y restar. Primero está la caída de ingresos. Si la cosa quedara en eso, ni tan mal: