¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Asesinato de Daria Dugina – ¿Operación encubierta de la C.I.A.?

Daria Dugina - Alexander Dugin

Esta es la impresión que tengo después de haber leído las primeras noticias sobre los hechos. El atentado, cometido con total impunidad en pleno centro de Moscú, está demasiado bien pensado como para que lo haya podido orquestar una simple facción de radicales, ni siquiera los paramilitares del Batallón Azov, cuyos camaradas presos en el asedio de Mariupol están a punto de ser juzgados en fechas próximas. Aparte de que los ucranianos no hacen nada sin el permiso de Washington, de quien dependen para continuar la guerra, no hay más que observar la reacción mediática internacional para darse cuenta de que aquí hay algo raro. Desde el primer momento, y como si existiera una consigna para hacerlo así, todos los periódicos, cadenas de televisión, redes sociales y tuiteros a sueldo de la OTAN empezaron a hablar no de la víctima, sino del padre, el intelectual ruso Alexander Dugin, que con toda seguridad era el objetivo de los terroristas. Mismo discurso, mismo mensaje, misma atribución exagerada de un supuesto papel de ideólogo “oficial” del Kremlin, cuando en realidad Dugin no pasaba de ser más que uno de los innumerables influencers del nacionalismo conservador eslavo. En otras palabras, una figura de tercera fila. Me he leido unos cuantos libros sobre el problema de Europa Oriental, anteriores al estallido de la guerra de Ucrania, y os puedo asegurar que en ninguno de ellos Alexander Dugin figura mencionado como figura relevante del aparato propagandístico de Moscú.

Parece como si el material estuviese preparado y todo el mundo hubiese estado esperando una señal para soltar la primicia. Casi al mismo tiempo, con las mismas palabras -como de costumbre copiándose unos a otros-, donde quiera que hagamos clic se percibe la misma línea argumental: en El Mundo, en El País, en Público, en el Washington Post y en los “Confidenciales” de Internet. ¡Y eso que Alexander Dugin ni siquiera es el muerto! La víctima ha sido su hija, por incompetencia de los terroristas o por un capricho del destino.

Todo esto huele tan fuerte a manipulación de la CIA que no hacen falta ni pruebas para sostenerlo. En todos los golpes que han dado se percibe la misma hoja de estilo: en lo de Allende en Chile, en el golpe de estado de Grecia en los años 40, en la operación Gladio, en el caso de Jesús Galíndez en los años 50 y en muchos otros. La firma es tan inconfundible que ni siquiera hacen falta pruebas.

¿Qué motivos tendría Estados Unidos para caldear el ambiente en vísperas de una nueva ofensiva rusa en Ucrania? Sin duda alguna, los mismos de siempre: pescar en aguas revueltas. Empujar a Rusia a un incremento de la actividad bélica en el Donbass y las regiones aledañas. Poner obstáculos a la labor de los negociadores, con vistas al logro de los verdaderos fines geopolíticos de Washington: separar a Rusia de Europa y permitir que en las vastas extensiones de Eurasia siga existiendo una potencia regional de cierto nivel que mantenga a China comprometida en su flanco terrestre occidental y alejada de los intereses norteamericanos en el Pacífico y los mares de Asia Suroriental.

Dadas las circunstancias, y teniendo en cuenta que la muerte de la persona equivocada proporciona a Rusia un martir capaz de emocionalizar a las masas de un modo violento e impredecible, a Putin le va a resultar muy difícil no morder el cebo de los servicios secretos norteamericanos. Se avecinan días calientes en Ucrania. El único obstáculo a una posible intensificación de las operaciones militares se encuentra en el mismo estado de agotamiento y baja moral de ambos ejércitos. Después de medio año de guerra la tropa está cansada y con ganas de volver a casa. Buena parte del material ha sido destruido. Escasean municiones y pertrechos. Así las cosas, es de prever que el recrudecimiento de las hostilidades no produzca en el este de Europa situaciones de mayor gravedad que las ya conocidas hasta la fecha. En el transcurso de los próximos días veremos en qué para todo esto.

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