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Memorable exposición en el Hotel Carlton de Bilbao

Lorenart

Entre el jaleo de la guerra y otras noticias sensacionalistas, se ha celebrado con notable éxito de asistencia la exposición itinerante que la galería madrileña Lorenart organiza por diversas ciudades de la geografía española con fondos de su colección, obra de algunos de los pinceles más admirados de nuestro arte contemporaneo. La frecuencia con la que esta colección visita las ciudades vascas -su próximo destino: el Hotel Londres de Donostia-San Sebastián- obedece a que muchos de los artistas expuestos son de por aquí cerca. Por poner algunos nombres: Aurelio Arteta, Eduardo Chillida, Francisco Iturrino, Manuel Losada, Menchu Gal y una notable selección de obras escultóricas procedentes de la mano legendaria en la cual Lorenart exhibe so condición de especialista de referencia: Jorge Oteiza.

La exposición finalizó el pasado día 1 de marzo en dependencias del Hotel Carlton de Bilbao, que ocasionalmente suele celebrar certámenes de este tipo. La entrada es libre y gratuita. El objetivo de los eventos es múltiple: además de acercar el arte al público y dar a conocer el edificio estrella en Bilbao de Aránzazu, una de las últimas grandes cadenas hoteleras de carácter familiar, la colaboración con las galerías de arte especializadas ofrece numerosas ventajas. La difusión del arte local es un factor de cultura irrenunciable en una época en la que se pierden los vínculos con lo tradicional, y en la que el buen gusto de las clases medias se ve sometido constantemente al asedio de un baseline conformista generado por la mercancía fabricada en serie, el sensacionalismo periodístico y la superficialidad de eso que llaman cultura digital.

No conocía estas exposiciones. Tuve la suerte de enterarme de su existencia justo el último día, pudiendo visitarla, como quien dice, al humo de las velas. Y lo cierto es que la impresión ha sido de lo más placentera. Rara vez se tiene la ocasión de entrar en un recinto en el que, desde el primer paso, todo lo que vemos resulta comprensible para un visitante con cierto grado de formación y sensibilidad: la inimitable ingenuidad cromática de los cuadros de Menchu Gal, la elegancia expresionista de Iturrino, el espectacular dominio de recursos de técnica impresionista de un Darío de Regoyos, incluso una sorprendente escena medieval dibujada por Picasso.

Después de hacer un recorrido por la exposición, hasta un arte conceptualmente tan difícil de interpretar como el de Jorge Oteiza parece asequible al espectador lego… O por lo menos esa es la impresión que se lleva quien ha pasado la última media hora disfrutando de unos cuadros tan extraordinarios. Tal vez no está bien que lo diga, así, de este modo tan directo y desprovisto de la retórica pseudosacerdotal de los críticos: el mérito de Lorenart y su socio local el Hotel Carlton es doble. No solo han organizado una exposición de las que hacen época; también consiguen que el ciudadano normal se sienta capaz de comprender el arte y disfrutar con él.

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