¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Ayuso contra Casado – Lo nuevo y lo viejo

Ayuso y Casado

Antes de lo que se esperaba, ha estallado la crisis de liderazgo y poder dentro del Partido Popular. Su detonante: los pírricos resultados alcanzados por el voto conservador en las elecciones autonómicas de Castilla y León. Su pretexto: un banal contrato de mascarillas para la administración sanitaria de Madrid. En otro artículo expuse la idea de que el momento Ayuso aun no había llegado. La Presidenta madrileña es aun joven para dar el salto a la gran política. Y además, al Estado de Partidos le quedan algunos cartuchos que quemar antes de emprender el programa de reformas que habrán de liquidar, por simple obsolescencia, el Régimen del 78, con su ineficiente y pueblerino Estado de las Autonomías, para reemplazarlo por estructuras más eficaces, que haga posible la superación de la crisis pandémica, el regreso de España a la senda de la prosperidad económica y, de paso, el ascenso al trono de una infantita simpática y guapa. Las circunstancias del presente, sin embargo, podrían acelerar este proceso en una forma que nadie había previsto.

El enfrentamiento entre Ayuso y Casado es algo más que una guerra de despachos. En el fondo de la cuestión, se trata de decidir entre dos modelos de estado y de política económica. Por un lado el enfoque liberal, que con palabras y hechos defiende Isabel Díaz Ayuso, con impuestos bajos y un entorno amistoso para la empresa, la iniciativa privada y la inversión internacional. Por otro, el proyecto casadista, de corte conservador, con su línea marcada por el business as usual, el agotamiento del Estado de Partidos, las políticas del statu quo, la burocracia, patronales y sindicatos financiados por el gobierno, y el propósito de heredar a Pedro Sánchez en el poder, dentro de la dinámica bipartidista establecida en tiempos de Adolfo Suárez y Felipe González a comienzos de la década de 1980. En otras palabras, sorayismo en estado puro.

Puedes pensar lo que quieras y apoyar al candidato que más te cuadre, incluso rasgarte las vestiduras por el mal efecto que causan estas luchas partidistas en Génova, pensando, equivocadamente, que solo benefician a Sánchez. Aunque en España es habitual -e incluso la mayor parte de la gente, estúpida y borrega como es, lo encuentra lógico- eso de que lo nuevo sea sacrificado a lo viejo, ahora nos encontramos en un punto de ruptura. Es posible que Ayuso, insegura de sus capacidades, decida aplazar su gran apuesta y se rinda ante una solución de compromiso. Pero también existe una alta probabilidad de que acepte el desafío. Que concurra a ese congreso del partido, se haga con la jefatura de todos esos imbéciles del PP y, en menos tiempo del que pensamos, la veamos como candidata a la Presidencia del Gobierno en las próximas Elecciones Generales.

¿Ha llegado el momento? Nadie lo sabe. La historia no espera a los que llegan demasiado pronto ni a los que se duermen en el banquillo. Las cartas de la Presidenta de Madrid son buenas, mejores de lo que nadie pudiera creer. A diferencia de diletantes y submarinos de Vox en el PP, como Cayetana Alvarez de Toledo, Ayuso tiene substancia propia y algo que aportar. Es la única figura política capaz de ganar votos. Dispone del apoyo de los grandes fondos de inversión internacionales. Y por si fuera poco, en la práctica es ella quien ahora controla España. Porque Madrid, con su centralidad, su pujanza económica y ese enorme superávit fiscal del cual se nutren las renqueantes haciendas de las demás autonomías, es la pieza clave de la cual depende la continuidad del actual sistema. Sería una lástima no hacer un órdago respaldado por tan extraordinaria baza.

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