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Ante la complicada situación laboral de nuestro tiempo, numerosos jóvenes de ambos sexos optan por la vía del emprendimiento. Se establecen como freelancers, abren sus propios negocios o, más arriesgado aun, fundan una startup. Las condiciones nunca han sido más propicias. Además del generoso volumen de ayudas públicas existentes, el capital privado se ha puesto a la faena de explorar este dinámico y confuso campo de la economía de la innovación y la destrucción creativa propulsadas por gente joven con una buena preparación y sin complejos. La pandemia del Covid-19 provocó un parón mundial en la escena del capital riesgo. Pero ahora bancos, fondos y otros inversores institucionales tienen previsto dedicar más de 300.000 millones a la promoción de empresas jóvenes. Si te decides a marchar por esta senda prometedora pero pedregosa, es porque lo tienes decidido. Por lo tanto, sobran los discursos morales y los consejos de autoayuda. Si ya sabes que tus probabilidades de triunfar son mínimas, a cambio de una recompensa sustanciosa en caso de éxito, no hace falta ni hablar del tema. Que el riesgo y la recompensa guardan una relación de proporcionalidad directa en todas las situaciones de la vida es algo que tienes del todo claro: no pain, no gain (sin dolor no hay premio). Lo único que necesitas es tener las cosas bien claras y no cometer errores.

El primero de ellos consiste en conceder a las ayudas públicas una importancia superior al valor que pueden aportar. En Euskadi el sistema de promoción del emprendemiento está mal diseñado. Las ayudas se canalizan predominantemente a través de servicios de consultoría en vez de aportaciones directas de capital. Por ello, lo primero que deberás hacer, en lugar de dirigirte a las ventanillas de los organismos dependientes de la Diputación Foral o el Gobierno Vasco, es dedicar esfuerzo a explorar la escena del capital riesgo privado. Si te haces con una buena red de contactos no solo tendrás mayores posibilidades de obtener las aportaciones directas de capital que tu proyecto necesita. También te será más fácil meterte en nuevas aventuras en caso de que la primera fracase.

La idea no es lo más importante. Si vas en busca de algo capaz de cautivar la imaginación del inversor, no hace falta que esperes a que caiga del cielo. Explora la realidad en torno. Observa cómo funciona el mundo, qué quiere la gente, cómo pasa sus ratos de ocio, qué cosas le gusta consumir, cuáles son sus problemas del día a día. Entérate de lo que hacen en otros países en busca de algo que puedas adaptar a las circunstancias del mercado local, o darle un toque de originalidad que marque la diferencia. Hasta ahora se ponía énfasis en un mito de la moderna retórica comercial que llaman “elevator pitch”, o sea, un breve discurso de menos de un minuto de duración con el que el joven emprendedor convence al inversor para que se deje los cuartos. Vete quitándote de la cabeza todos estos topicazos norteamericanos. Lo que los inversores valoran es la existencia de un buen equipo: un desarrollador de producto o servicio, un director de marketing y alguien que se encargue de la gestión. Si formas parte de un grupo primario profesional, estable y bien compenetrado, y tienes carisma para dirigirlo, tus posibilidades de hacerte escuchar en los ruedos del sector financiero privado crecen más que proporcionalmente.

El negocio del capital riesgo está organizado de un modo que solo entienden bien los abogados especializados en startups y los actuarios de las compañias de seguros. De cada diez proyectos, solo uno consigue triunfar. Otros dos o tres, como mucho recuperarán costes. El resto tendrá que ser cancelado al cabo de algún tiempo. De ahí que todo emprendedor necesite tener un buen nivel de resiliencia y una mentalidad diferente a la tradicional con respecto a temas como el fracaso y el volver a empezar.

El emprendimiento es más que una vocación profesional. Es un estilo de vida, una cultura, un estado particular de la mente. Pero no carece de ventajas. En caso de que ninguna de tus ideas saliese adelante, el trabajo en diversos ámbitos de liderazgo empresarial, gestión, marketing y desarrollo de producto te aportará una experiencia práctica y unas tablas empresariales que te serán de gran ayuda el día de mañana, cuando andes buscando trabajo por cuenta ajena y tengas que competir con unos cuantos licenciados mediocres provistos de títulos regalados y masters expedidos en serie por las escuelas de negocios.

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