¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Urkullu contra el “dumping”

Urkullu y Ayuso

Ha sorprendido ver al Lehendakari formando parte de una bizarra coalición de fuerzas periféricas (Podemos, ERC y PNV) que acusan a la Comunidad Autónoma de Madrid de practicar una especie de Black Friday tributario para que las empresas abandonen Euskadi y Cataluña en dirección a la capital del Reino, atraidas por un clima fiscal, una política más favorable y el glamour irresistible de esa estrella en ascenso de la política estatal que es Isabel Díaz Ayuso. En el caso de Urkullu, la presidenta madrileña replica que es envidia y no le falta razón. Mientras Madrid es la comunidad que más rápidamente despega, habiendo entrado en el punto de mira de empresas multinacionales y fondos de inversión, la política económica vasca se revela como un completo fracaso. Un solo dato resume la situación: durante las dos décadas cumplidas que llevamos de siglo, la economía vasca ha crecido, en términos agregados, un 25%. Esto supone una tasa anual de poco más del 1%, ni siquiera lo bastante alta para crear empleo NETO. A cualquier dirigente regional o estatal del mundo desarrollado se le caería la cara de vergüenza si tuviera que defender tan mediocres logros.

Urkullu es un político inteligente que no acostumbra a dar puntadas sin hilo. Cuando ha hecho unas declaraciones que le comprometen delante de la opinión pública y vuelven contra él el sarcasmo de la prensa económica estatal -no hay más que leer lo que se dice hoy en Expansión y El Economista, sobre el Cupo, el Impuesto de Sociedades, el IVA, IRPF, etcétera-, está claro que no se trata del típico alarde de hipocresía política al estilo de Ximo Puig. A diferencia de los barones autonómicos, el Lehendakari sí tiene algo que perder. No es bueno que el sistema vasco de Conciertos Económicos ande en boca de unos críticos que cada vez son más abundantes, y que se han tomado como algo personal el régimen peculiar de las haciendas forales vascas. Además, la prosperidad de Madrid es algo que conviene a Euskadi. Si alguna vez la Comunidad más potente del Estado dejara de contribuir con sus superávits a la financiación de las autonomías deficitarias, la voracidad recaudatoria de la Administración Tributaria se dirigiría hacia los únicos territorios de los que aun pudiera sacar algo: los regímenes forales del País Vasco y Navarra. Por consiguiente, si Urkullu carga contra Ayuso, incluso en contra de los propios intereses vascos, es porque no le queda otro remedio. La condición del PNV como apoyo del actual gobierno de la Nación le obliga a romper una lanza o dos en esta justa. Le plazca o no.

Detrás de la ofensiva contra Ayuso se encuentra, como de costumbre, Pedro Sánchez. Obsérvese que él mismo no interviene directamente en las maniobras, sino que utiliza a sus socios de gobierno, como si fueran peones en una partida de ajedrez. La razón de ello es que el Presidente no desea que el capital internacional le vea atacando a la Comunidad de Madrid. Tal cosa crearía un pesimo efecto de imagen y debilitaría la autoridad del Ejecutivo.

La lógica profunda de este conflicto en torno al “dumping” (un dumping que no existe, puesto que todas las comunidades autónomas poseen la misma capacidad para legislar sobre tributos locales) se ha de buscar no en la envidia de algunos territorios periféricos dirigidos por políticos de campanario, sino en factores económicos y financieros. Los fondos de Bruselas no llegarán a España ni no hay una participación substancial y activa de capitales privados en los diversos proyectos que se tiene previsto financiar. Generando polémicas artificiales que susciten problemas de imagen y dudas con respecto a Ayuso, el gobierno de Pedro Sánchez aspira a desviar hacia Moncloa la confianza de los inversores internacionales. Se trata de un episodio más de la batalla política por Madrid. Que coincide, en estos días, con una situación delicada en el principal partido de la Oposición a cuenta de las tan traidas y llevadas primarias del PP.

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