¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

El triunfo de Iberdrola

Ignacio Sánchez Galán y Boris Johnson

La imagen de Ignacio Sánchez Galán, CEO de Iberdrola, y el Primer Ministro del reino Unido Boris Johnson es el colofón que la justicia poética pone al desenlace de un enfrentamiento entre la empresa vasca, lider de la industria eléctrica española, y el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez, a resultas de una errónea interpretación de la actual crisis energética. Llevada por sus intereses tácticos de vuelo gallináceo, Moncloa no supo, o no quiso ver, que el problema no estaba en los beneficios de las eléctricas, sino en los altos precios de la luz. En cuestión de pocas semanas, Iberdrola no solo ha conseguido remontar su desplome en bolsa. Ahora se permite dar plantón al gobierno de Pedro Sánchez en la subasta de las Renovables, y obsequia a la oficina de prensa de Moncloa con esta fotografía en compañía de Boris Johnson y pose de estadista. Que por cierto no viene nada mal a quien ha demostrado ser uno de los pocos empresarios españoles con capacidad para hacer frente a una situación de crisis y resolverla con una postura de firmeza y una serie de medidas eficaces.

Hay inversores que compran acciones de una empresa convencidos por el carisma del ejecutivo que la dirige. No tengo reparos en admitir que soy uno de ellos. Un CEO con personalidad, visión estratégica y capacidad para imponerse en condiciones adversas, aporta a la sociedad más valor que un balance en regla o las loas de toda una legión de analistas. Porque no solo moviliza a las masas. Es la versión más real de una historia de éxito que se ve, se admira y se palpa en el propio bolsillo. Quien compró acciones de Iberdrola cuando la eléctrica vasca se derrumbó hasta la cota de los 8,60 euros, lo sabe. En pocos días ha ganado más de un 13 por ciento en su inversión.

¿Y cuál es el papel de la clase política española en esta crisis? Pues no muy lucido, la verdad. Indecisiones y prisas de un Ejecutivo a quien la problemática post-Covid le queda grande, y agobiado por sus propias inestabilidades internas. Propaganda, maniobras tácticas, cambalaches, pequeños chantajes a los empresarios, obligándoles a participar en la inversión de los fondos europeos a cambio de no avanzar en la contrarreforma laboral, y todo ese montaje mediático, tan artificioso, topicudo y cutremente demagógico, que se está desplegando con el único objeto de fabricarle a Yolanda Díaz un liderazgo de diseño para dirigir Podemos en la era posterior al sanchismo.

Tampoco queda bien el PNV con su equidistancia en la votación del decreto energético del gobierno. Los votantes de cabecera aplauden con las orejas, como de costumbre. Pero en el fondo, entre los más listos y menos aborregados es extiende la sensación de estar viviendo otra más de esas coyunturas de ridículo interno que no dejan de sucederse desde que el Grupo Vasco apoyó la moción de censura contra Rajoy en mayo de 2018. Porque menudo papelón. Abstenerse para mostrar un cierto enfado hacia Madrid, sin llegar al voto en contra porque ello implicaría retirar su apoyo a Pedro Sánchez. Entiendo que Aitor Esteban no podía hacer otra cosa. Pero, ¿quién no se daría con un canto en los dientes por ser testigo del momento en que Ignacio Sánchez Galán, con motivo de los desayunos del Forum Europa o cualquier otro evento de relumbrón por el estilo, se lleve a un aparte al Lehendakari o al propio Aitor Esteban, para echarle en cara la cobardía del PNV en la defensa de los intereses vascos? Sobre todo, tratándose de la última gran empresa de esta tierra que aun no ha trasladado su sede social de Bilbao a Madrid.

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