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Elon Musk especula con el bitcoin para salvar Tesla

Tesla

Si los entusiastas de las acciones tecnológicas supieran leer balances, fijo que habría menos burbujas en el mercado de la renta variable. Tesla impresiona con los resultados del primer trimestre. Sin embargo, leyendo entre los números no tardamos en descubrir el truco: la mayor parte de las ganancias proceden de una especulación con bitcoins. A ello hay que sumar ingresos por venta de certificados de emisión CO2 -¿Para qué los querría un fabricante de coches eléctricos?- y distorsiones inducidas por el desproporcionado programa de opciones sobre los títulos de la empresa. Con estos fundamentales, el inversor no sabe bien a qué atenerse. Solo queda margen para la fantasía del especulador.

Se da la circunstancia de que algunos fabricantes en el ramo del motor de explosión como BMW o Daimler Benz presentan, para ese mismo primer trimestre, beneficios mayores que Tesla en el ejercicio 2020 (sin incluir la venta de certificados de emisión). Incluso sin saber mucho de contabilidad, quien se moleste en comparar la cotización de Tesla con su cifra total de ventas (14 veces mayor) y no digamos el beneficio neto (entre 400 y 500 veces mayor), se dará cuenta de que es una acción extremadamente cara, de proporciones tan astronómicas como los sueños de conquista espacial del propio Musk.

A ello ha de agregarse la amenaza de la competencia procedente del sector tradicional del automóvil: cada vez son más los fabricantes alemanes que disponen de divisiones de vehículos eléctricos. Pensar que más de un siglo de experiencia en el mercado de la movilidad pueden ser barridos del mapa por la audacia y el genio innovador de un recién llegado como Tesla, es tener una visión demasiado épica e inmadura de la realidad. Poco a poco los hechos y el sentido común se van imponiendo en el parqué. Las recientes caídas de Tesla pueden ser el comienzo de un amplio movimiento corrector que, tarde o temprano, volverá a poner las cosas en su sitio.

Ahora sabemos por qué Elon Musk tenía tanto interés en tomar parte en esas bizarras especulaciones con bitcoins. Su propósito no era fomentar el uso del dinero electrónico ni la tecnología blockchain. Lo que quería era salvar las cuentas del primer trimestre, a costa de compensar sus magros resultados operativos con alguna ganancia extraordinaria de amplio y fantasioso vuelo.

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