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Hacia un nuevo ciclo de las materias primas

Materias primas

Las materias primas no solo son interesantes para quienes invierten en oro, cereales o petróleo, sino también para cualquier gestor de renta variable y fija. Sabido es desde antiguo que los precios de los activos evolucionan dependiendo de a cómo cotizan aquellos productos básicos de los cuales dependen los costes de las empresas y por lo tanto sus perspectivas de beneficio. El último gran ciclo de commodities tuvo lugar entre 1998 y 2008, impulsado por el auge industrial de la naciente superpotencia económica china. Tras la crisis de Lehman Brothers y la recesión subsiguiente, los precios se mantuvieron laterales o a la baja a lo largo de un período de otros 10 o 12 años hasta que sobrevino el gran parón del Coronavirus.

Desde abril de 2020, sin embargo, la recuperación económica, las políticas de estímulo fiscal y otros factores de signo expansivo han propiciado un movimiento de recuperación que lleva a muchos analistas a augurar el comienzo de un nuevo ciclo al alza de las materias primas a lo largo de los próximos años. ¿Es esto posible? Los argumentos a favor de una inversión en las tendencias son fáciles de visualizar para un inversor ingenuo interesado en la busca de alternativas a los bonos y algunas acciones que ya parecen sobrevaloradas. Por ello habría que contemplarlos con escepticismo y prudencia.

Tres grandes tendencias estructurales de la economía se encargan de condicionar las tendencias alcistas o bajistas de las materias primas: en primer lugar, la evolución hacia una economía sostenible. Está claro que la eficiencia energética y la digitalización requieren un mayor consumo de commodities como cobre, plata, litio y tierras raras. Luego está la necesidad de incluir en la cuenta de gastos las externalidades causadas por la actividad industrial, lo cual llevará a un mayor intervencionismo y regulaciones públicas. Finalmente, el progreso tecnológico, con su capacidad de ahorro de materiales substituyéndolos por información, actúa en sentidos difíciles de predecir pero claramente deflacionarios.

El nuevo ciclo de las materias primas, a diferencia de los precedentes (1965-1998 y 1998-2020), no surgiría como resultado de un choque de demanda global, sino que estaría condicionado por factores estructurales: sostenibilidad, regulaciones estatales, política fiscal y tecnología. Esto hace que para el desarrollo de las adecuadas estrategias de inversión sea necesario considerar los mercados de commodities no en su tendencia global, sino de un modo diferenciado, por industrias y sectores. Lo propio habrá de hacerse con respecto a los activos de renta fija y variable que dependen de las diversas materias primas.

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