¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Jeremy Grantham predice un crack en la bolsa

GameStop

Según el famoso inversor, fundador de Batterymarch Financial Management, primer fondo indexado de la historia y hoy gerente de Grantham, Mayo, Van Otterloo & Co. (GMO), la situación actual presenta numerosos puntos de similaridad con el estallido de la burbuja de las Puntocom en 2001. Uno de los factores que precede al final de todos los períodos de alza es la subida acelerada de las cotizaciones. El Nasdaq ha duplicado su valor en menos de un año, desde el punto más bajo alcanzado a raíz de la crisis del Coronavirus en marzo de 2020. Otro síntoma son los precios absurdos a los que últimamente escalan algunos de los valores, sobre todo en segmentos tecnológicos. Empresas como Tesla que en cuestión de pocos meses suben un 700 por ciento, startups como Datadog que en su IPO (salida a bolsa) logran reunir 32.000 millones de dólares o productores de hidrógeno (Ballard Power o Power Plug) con cotizaciones en el orden de 80 veces sus ventas anuales y volúmenes de capitalización que en Europa les permitirían entrar por la puerta grande en el DAX alemán, el IBEX o cualquier otro índice nacional de renombre. Todo ello son manifestaciones de una exhuberancia irracional que como poco invita al escepticismo.

El incremento de la volatilidad constituye asímismo otro de esos rasgos que preludian vísperas sicilianas en los mercados. En este año de infarto del Covid-19 se han visto variaciones extremas en todos los valores, tanto tradicionales como tecnológicos. Por detrás de estas bruscas variaciones no solo se halla la incertidumbre asociada a los vaivenes en la gestión de la pandemia -vacunas, confinamientos, cierres de empresas, paralización del tráfico comercial y el turismo-. También comportamientos gregarios absurdos como el de los millones de pequeños inversores que, llamados a la batalla desde Reddit, cargaron contra Melvin Capital Management para fastidiarle su maniobra de ventas en corto contra Game Stop. Al mismísimo Elon Musk se le ha visto más de una vez en Twitter calentando valores de tres al cuarto, más que nada por diversión. Y no hablemos ya de esa montaña rusa llamada Bitcoin, con variaciones de valor que en ocasiones han llegado a un 25%… al día.

Más importante todavía que todo lo anterior, que no pasan de ser síntomas anecdóticos de una situación de recalentamiento, son los condicionantes estructurales de fondo. Se habla de este tema largo y tendido, por ejemplo, en la última edición (Nr. 6 / 05.02.2021) del semanario de economía alemán Wirtschaftswoche. Por el momento, la liquidez en los mercados, resultante de la política monetaria expansiva que los bancos centrales practican desde hace años, mantiene el dinamismo en la renta variable y por extensión en todo lo que no tenga que ver con la deuda pública. Cuando un depósito a plazo o una cartera de bonos rinden intereses nulos o incluso negativos, hasta el inversor más pacato experimenta la tentación de correr riesgos en busca de rentabilidades más altas.

Esto seguirá siendo así mientras no haya inflación. Por desgracia, el temor a una subida de precios vuelve a ser la peor pesadilla del parqué. A medida que se vaya superando la crisis sanitaria del Covid-19 y se levanten las restricciones, los precios del crudo aumentarán, y se pondrán de manifiesto algunos cuellos de botella en el proceso de recuperación de la economía: stocks agotados, cadenas de proveedores desmanteladas, demanda no cubierta de materias primas y nuevos productos, etc. Todo ello conducirá a subidas de precios, obligando a los bancos centrales a elevar los tipos de interés. Este condicionante estructural tiene más capacidad para conmocionar a los mercados que las extravagancias de Elon Musk en twitter y todos esos millones de internautas adolescentes que especulan imprudentemente a golpe de teléfono móvil.

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