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El Brexit fortalece a la Unión Europea

Brexit

No hace mucho saltaba al aire la noticia de que la enérgica oposición de Bruselas al plan de Londres para dar prioridad al territorio británico en la distribución de vacunas elaboradas por Astra Zeneca en territorio del Reino Unido. Este aviso, que supone un ataque a la soberanía nacional de la Gran Bretaña en los mismos términos que la situación que se pretendía dejar atrás mediante el Brexit, no solo pone de manifiesto la pérdida de poder derivada de la victoria del sí en el histórico referéndum de 2016. También evidencia la fortaleza de la Unión Europea. Este es un resultado del Brexit con el que pocos analistas contaban, pero que con el paso del tiempo, y por diversas razones, ha venido a manifestarse de una forma muy clara.

Pese al poder de sus funcionarios y su elefantiásica burocracia, la Unión Europea carecía de auténtica visibilidad pública antes de 2016. Fue el conflicto con Gran Bretaña, resultante de la voluntad de su gobierno respaldada por el referéndum del Brexit, lo que hizo posible que la atención del mundo se fijase en Bruselas. Las figuras relevantes de la Unión -principalmente la Presidenta de la Comisión Ursula von der Leyen y los titulares de algunos comisariados clave- han dejado de figurar como simples tecnócratas de alto nivel para adquirir relieve político merced a las duras negociaciones de los acuerdos que regularan la futura relación entre Europa y Gran Bretaña.

Al mismo tiempo, la complejidad del proceso de separación y las desventajas asociadas al mismo disuaden a otros estados miembro que en algún momento se habían planteado la idea de abandonar la Unión. Ahora, a la vista de la experiencia británica, se dan cuenta de que no merece la pena. Ello contribuye a consolidar el poder y la autoridad de Bruselas. Claro perdedor de este acontecimiento histórico, pese a la oleada de euforia inicial, es el propio Reino Unido. El Brexit parecía una gran gesta en pro de la soberanía nacional, de dimensiones comparables a la victoria de Churchill sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

Finalmente se ha visto que el Brexit no fue más que una gigantesca burbuja propagandística y el resultado de una hábil campaña publicitaria. Se podrá argumentar que Gran Bretaña no es Europa, que tiene sus propios caminos, y que está más próxima a la visión transatlántica y global de Estados Unidos que a la del Continente. Pero esta romántica alegación no resiste la más mínima crítica basada en el realismo político. Londres carece de interés para el amigo norteamericano. Si el Reino Unido resultaba útil para Washington, era debido a su pertenencia a Europa, y a su capacidad para servir como interlocutor y cauce de influencia de los intereses norteamericanos en Bruselas. Ahora ese papel lo tendrá que asumir otro país amigo, seguramente Alemania.

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