¿Cuál es la Historia?

Narrativas de lo que acontece bajo la línea de flotación

Covid-19: el Síndrome de China

China nueva potencia mundial

En mitad del torbellino desinformativo con que los medios cubren todo este tema del Covid-19, y por encima del desconocimiento público acerca de las características biológicas y epidemiológicas del patógeno, hay un hecho evidente: por las estadísticas que se conocen, el #Coronavirus no es más letal que muchas dolencias comunes. Entonces, ¿por qué se ha armado este jaleo? ¿Por qué las naciones -sobre todo en Europa- confinan a sus pueblos y paralizan sus economías por un patógeno que en última instancia no resulta más peligroso que una gripe de temporada? ¿Realmente lo es, y los gobiernos nos ocultan algo? ¿O existe otro motivo para declarar estados de emergencia y cierres de empresas?

El único que se me ocurre para explicar esta explosión de histeria milenarista es también el más evidente. Basta que nos fijemos en dónde surge la pandemia: en China, en un momento en que este país asciende para convertirse en una gran potencia mundial. Los estados y las clases dirigentes de otras naciones que estaban acostumbrados a un estable y cómodo statu quo de bloques y alianzas saben que las cosas cambian y que, ante un nuevo reparto de fichas en el monopoly del poder, es necesario redefinir estrategias. Esto implica mucho trabajo, y probablemente la necesidad de relevos y cambios de régimen.

El año 2020 no pasará a la historia por el Covid-19, y tampoco por la incompetente gestión de la crisis. Si ha de tener un carácter de línea divisoria similar al de otras cifras icónicas como 1914 o 1648, el ascenso del Dragón y la vuelta a primera línea de un gran imperio representa una referencia mucho más digna de figurar en los libros de historia. Ante un fenómeno que se veía venir, pero para el que las clases dirigentes de Europa no estaban preparadas, el liderazgo y la capacidad de respuesta se vienen abajo. El resultado es el pánico, la descoordinación, un accionismo desesperado e inútil, mascarillas para todos, cierre de escuelas y policía en las calles. Cualquier cosa con tal de que el pueblo vea que los inútiles a los que paga el sueldo no pierden el tiempo.

Una prueba de que lo que digo va por buen camino la encontramos en la propia China. Es el único país en el que el rebrote del Covid-19 no ha supuesto grandes problemas, pese a haber sido reservorio y foco original de la pandemia. Y, obviamente, la única nación del mundo en la que no tendría sentido una histeria de masas motivada por los éxitos geopolíticos chinos.

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