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El misterio de los economistas independentistas catalanes

Ecinmistas catalanes a favor de la independencia

Han dado clases en universidades norteamericanas. Han escrito libros divulgativos de éxito. En la actualidad ocupan puestos destacados en las más prestigiosas universidades catalanas. Y hace tan solo algunos meses, desempeñaron un papel destacado en el debate público sobre el problema catalán al asumir posicionamientos favorables a la independencia -como en el caso de Oriol Amat y Xavier Sala i Martin- o al menos posibilistas -Santiago Niño Becerra no es partidario de la independencia, pero la profetizó infructuosamente para finales de 2018-. Todos estos profesionales de la Economía se distinguen por lo bien que escriben en libros y artículos de prensa, por la claridad de su argumentación y un innegable talento didáctico. De Oriol Amat, Catedrático de Contabilidad de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y autor de «Contabilidad y Finanzas para Dummies» se ha llegado incluso a decir que es imposible no entender lo que escribe en sus libros.

¿Qué anima a estos sesudos profesionales de la ciencia económica a asumir o al menos manifestar un grando tan alto de complacencia personal con las tesis independentistas catalanas, minimizando su impacto económico en un modo que va contra la misma evidencia factual y estadística aportada por su disciplina académica basada en la medición de hechos mercantiles precisos e indisimulables, contra la postura del Gobierno de España y la Unión Europea y a veces contra el mismo sentido común? Entendemos que una figura mediática como Josep Guardiola pueda tener sus veleidades soberanistas, porque el fútbol es el deporte rey y los reyes tienen sus veleidades guerreras y su afán de gloria. Además, el Barça seguirá metiendo goles, con o sin independencia. Pero de un experto en Finanzas y Economía, que se gana la vida explicando a Adam Smith y John Maynard Keynes o aserorando a las empresas del IBEX acerca del mejor modo de auditar sus cuentas consolidadas, lo último que se esperaría es que afirmen que en una Cataluña independiente no pasará nada porque el euro seguirá circulando (Oriol i Amat), o dijeran en redes sociales que la independencia se consigue a hostias, como hizo el Perú a comienzos del siglo XIX (Sala i Martin). ¿Nos hemos vuelto locos o qué? ¿Qué se hizo de la moderación, del tino y del otrora tan cacareado seny catalán?

En pleno show mediático, lo que interesa ya no es el color amarillo, ni la relación entre las corbatas de Sala i Martin y los indicadores de coyuntura. La insensatez es un espectáculo que no requiere de una excesiva racionalización, y los juicios de estos economistas catalanes, cuando se salen de su especialidad facultativa, valen tanto como lo que Belén Esteban pueda decir sobre la filosofía de Kant o el 5G. El único aspecto de interés, si lo hay -porque todo puede deberse a un arrebato de irracionalidad provocado por los malsanos aires del ferragosto catalán-, es el mismo que el del fenómeno OVNI: lo que nos interesa no es saber si existen o no, sino por qué tanta gente cree en ellos. ¿Qué es lo que anima a algunos economistas catalanes a soltar tantas majaderías en un tema tan poco recomendable para la reputación profesional? Porque si un vidente ya se expone al escarnio público pronosticando fechas para la independencia de Cataluña, imagínense un catedrático universitario.

Es posible que estos profesionales de la Economía hayan hecho un cálculo consciente, muy en línea con el cinismo político de nuestro tiempo, para maximizar sus probabilidades de supervivencia intelectual y profesional en una sociedad tan dividida y convulsa como la catalana. Estando en claustro rodeado de profesores mediocres y funcionarios afines al nacionalismo, llamar a las cosas por su nombre o mostrar equidistancia no son una opción tan buena como la de golpear escudos con lanzas. Ya lo decía Donald Shuterland en la película «Chikatilo», donde interpreta a un coronel ruso experto en abrirse camino a través de los lodazales burocráticos de la Unión Soviética durante los últimos años de existencia del régimen comunista: «Cuando llevas un tiempo viviendo entre leones, la idea de rugir comienza a parecerte razonable». Diciendo lo que a determinada gente le gusta oir, no solo te cubres las espaldas. También evitas zancadillas burocráticas e incluso puedes llegar a conseguir algunas ventajas promocionales.

En el caso de Oriol Amat, que lleva algunos años en política como diputado del nacionalismo moderado, es posible que con el tiempo la pose de afinidad se haya convertido en un compromiso más serio. Sabemos que uno de sus temas recurrentes, en entrevistas radiofónicas y podcasts, es el fallido compromiso fiscal que Artur Mas intentó alcanzar con Mariano Rajoy en 2012, y de cuyo fracaso derivó la caótica situación actual en el Principado. Probablemente este probo profesor de Contabilidad de la Pompeu Fabra abrigaba la ambición de convertirse en Consejero de Economía de la Generalitat. Acabó en el puesto número 7 de la lista electoral de Junts pel Sí.

Otra explicación es el deseo de notoriedad. Abogar por la independencia, por insensato e irracional que parezca, te sitúa en el foco de atención de los medios y las redes sociales. Posiblemente tu abuelo te habría retirado su palabra por esto, pero considerándolo fríamente, en un mundo cínico y mediatizado no tienes tanto que perder. Y si al final, la independencia no llega, mejor. Así no tendrás que sufrir sus funestas consecuencias económicas. Al cabo de dos o tres años, solo Google se acordará de tus sobradas independentistas. Pero tampoco habrá mucha gente dedicada a buscarlas.

O quizá la realidad sea más compleja de lo que pensamos. La misma dinámica de radicalización que llevó a Carles Puigdemont a convertirse en un extremista, cuando en realidad no lo era, puede actuar sobre un oscuro profesor universitario que, al margen de su materia de enseñanza e investigación, no tiene ni idea de cómo funciona el mundo real. Amat y Sala i Martin posiblemente sean independentistas convencidos. Niño Becerra no, pero unida a un talante progresista de izquierdas, su línea de argumentación más sutil -no está en contra de la independencia, solo dice que Cataluña no la necesita- le deja al resguardo de la ira de los medios.

Ultimamente se oye hablar menos de estos astros -mejor deberíamos decir meteoritos- de la ciencia económica catalana. ¿Es una señal de que las cosas vuelven a la normalidad? En cualquier caso, y para finalizar con esta indagación sobre el enigma de las motivaciones profundas de los citados personajes, que quede algo bien claro: los disparates referidos a la independencia de Cataluña no afectan para nada a la competencia profesional de algunos de ellos. Los libros de Xavier Sala i Martín se dejan leer muy bien. Y en cuanto a Oriol Amat, si quieres aprender algo de contabilidad, análisis de empresas o incluso formas de detectar el fraude, yo soy el primero en recomendar sus libros.

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