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La tomadura de pelo de los híbridos enchufables (PHEV)

Hibrido enchufable

Sorprende el modo en que fabricantes, medios de comunicación, redes sociales e incluso autoridades públicas consiguen aturullar al consumidor con información sesgada acerca del PHEV (Vehículo Eléctrico Híbrido Plug-in o “enchufable”). A diferencia del coche eléctrico puro, que depende al 100% de la energía acumulada en su batería, o del híbrido convencional, que tiene un motor de explosión conectado a un generador eléctrico y una batería, los híbridos enchufables (PHEV) llevan tanto un motor de explosión (gasolina) o ignición (diésel) con su depósito de carburante como otro eléctrico con su batería y un cable de carga para abastecerse en el enchufe del garaje o en una electrolinera. Ambos sistemas pueden funcionar independientemente o en combinación. La idea es que la planta eléctrica se use en conducción urbana (para traslados a la oficina o ir de copas) y el motor de explosión para trayectos de largo recorrido.

Lo que en principio puede parecer una buena idea, en condiciones reales se convierte en una tomadura de pelo del fabricante y un mal negocio para el conductor. Las dos plantas motrices incrementan el peso del vehículo disminuyendo el rendimiento. Las cifras óptimas (2 l/100 km) solo se alcanzan a condición de que el conductor salga con la batería cargada, cosa que por ignorancia o comodidad casi nadie hace. El consumo real es similar al de los de gasolina o diesel (7 l/100 km o más). Las baterías también tienen una autonomía menor que la que indica el folleto de ventas. En su edición 19 del 30 de abril de 2020, el semanario de economía alemán Wirtschaftswoche publica un artículo de portada sobre el tema, poniendo los puntos sobre las íes.

Si los híbridos enchufables son un timo, ¿por qué se los pone por las nubes e incluso los gobiernos los apoyan tanto? Wirtschaftswoche deja bien claro cuáles son los principales incentivos de este disparatado negocio: vendiendo coches eléctricos puros, las grandes casas del automóvil (VW, Daimler, BMW) no podrían cubrir los bajos porcentajes de emisiones reducidas impuestos por las nuevas normativas europeas. Por ello se ha puesto en marcha una fórmula que, combinada con la típica etiqueta de “Emisiones Cero”, da barra libre al uso de estos engendros en unos cascos urbanos cada vez más restrictivos. Las cifras millonarias destinadas a apuntalar con planes Renove las decadentes industrias automovilísticas de diversos países europeos, completan el perverso esquema de incentivos del vehículo híbrido enchufable.

Quien se compra un PHEV es porque se lo puede permitir (los modelos disponibles en el mercado español tienen precios entre los 40.000 y los 80.000 euros), pero no le está haciendo ningún favor al medio ambiente. La clientela de este segmento, sospechosamente, está compuesta por el mismo tipo de individuos que a lo largo de los años se han dejado influenciar por la publicidad de los SUV : ejecutivos jóvenes entre los 35 y los 50 años, profesionales bien pagados y funcionarios de alto nivel, todos ellos de mentalidad algo infantil y con un gran sentimiento de inseguridad personal. Si eres pequeño empresario, comerciante o taxista, ten claro que no juegas en la misma liga. No esperes a la proxima cuenta de pérdidas y ganancias para descubrirlo.

Aun estamos lejos de la auténtica movilidad eléctrica. En el camino, las soluciones de transición hacia la misma -vehículos híbridos, pilas de hidrógeno, etc.- nos reservan más de una decisión equivocada en este ámbito, tanto por parte de quienes fabrican el parque móvil como de los organismos públicos que lo homologan.  En cuanto al comprador de vehículos híbridos, ya sean PHEV o de otro tipos, es importante que no se deje influenciar por los cantos de sirena de la publicidad, la propaganda ecologista de los gobiernos y el culto a Greta. De lo contrario podría estar lanzándose a una inversión que puede resultar ruinosa para su pequeño negocio, o retrasar en unos cuantos años la amortización de su hipoteca.

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