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Confinamiento: ¿valió la pena parar toda la economía por un problema que en última instancia es de naturaleza médico-sanitaria?

Confinamiento

Ahora que estamos en plena etapa de desescalada del #Coronavirus, conviene reflexionar sobre los errores cometidos durante la lucha contra la pandemia, y que han hecho que la gestión de la misma, por su carácter esencialmente político, haya sido un desastre total. Mirando en retrospectiva, la idea de parar toda la economía y encerrar a la población entre cuatro paredes ha sido como matar hormigas con un bazooka. En la estadística del Covid-19 hay diferentes casos de gestión: países como Suecia que decidieron mantener su actividad en marcha, reforzando el tratamiento sanitario y haciendo un llamamiento a la responsabilidad individual de la ciudadanía. Otros, como Alemania, hicieron pruebas masivas y aislaron a la gente mayor. Corea del Sur, por su parte, adoptó medidas de control en los aeropuertos sin parar su economía. El resto decretó confinamientos masivos y paradas de todos los sectores de actividad.

La estadística está tan manipulada que no vale la pena hacer comparaciones con cifras oficiales. Si ni siquiera sabemos cuál ha sido el número total de infectados, ¿cómo vamos a calcular los índices de letalidad o a hacer una comparativa razonable entre las medidas de unos y las de otros? En relación con las poblaciones totales, las experiencias son variadas, y no parece que los casos de gestión de los gobiernos que, como España, decretaron confinamientos masivos, sin tener en cuenta la mortalidad por rangos de edades ni las consecuencias sociales derivadas del caos económico, haya sido mejor que la de aquellos países en los que se optó por estrategias más equilibradas. Más bien lo contrario.

Con la pandemia en retroceso, una cuestión importante será decidir si en la circunstancia de un repunte, la autoridad pública tendrá redaños para dar marcha atrás y ordenar una nueva cuarentena. El tema es delicado porque además cuestiona la competencia de quienes gestionaron la crisis desde un primer momento.

Si el actual gobierno socialcomunista no se atreve a ordenar un nuevo encierro masivo por miedo a las consecuencias políticas y sociales del mismo, tendrá que explicar por qué en un primer momento se prestó tan gustosamente a llevar a la economía española al borde del colapso. O en su defecto, algo que resulta aun más difícil: lograr que la economía se recupere de un modo espectacular, y con suficiente rapidez como para dejar en segundo plano las cuestiones relativas a la responsabilidad política de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

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